Cuatro de Junio III: del mirador de Santa Lucía a la Catedral, como siempre; allí, un rato viendo pasar tranvías que subían y bajaban continuamente. En esa parada no hubo fotografías (bueno sí, unas pocas, pero todas fallidas), y después Plaza del Comercio y el antiguo embarcadero: el punto mágico de Lisboa para mí (ha estado cerrado por obras más de diez años, quizá quince, o incluso más). Allí podemos pasarnos horas viendo gente que llega, mira y se va. Algunos se sientan un rato. Después otros y otros: casi todos hacen cosas parecidas, pero siempre con matices distintos. Los barcos que hacen la travesía a la otra orilla (Cacilhas), van y vienen con frecuencia, bautizados con nombres de poetas portugueses (detalle de indudable buen gusto en una ciudad con una brillante historia poética)…
13 JULIO 2010
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