16 JULIO 2010

Cinco de Junio I: salimos hacia Lisboa un miércoles y ya era sábado. Por la mañana nos dijimos: ¿por qué no vamos al Zoo? Fuimos. Hemos visitado varios en Europa y tres en Estados Unidos. El de Lisboa no resultó muy propicio fotográficamente, pero aún así, pude fotografiar alguno de mis animales preferidos: una jirafa, un elefante y un rinoceronte, el más impresionante de todos ellos. Puedo quedarme mucho tiempo mirando hechizado a cualquiera de los animales que me gustan. Apenas sería capaz de elaborar una teoría plástica, o psicológica, o naturalista sobre el poderoso influjo que los animales ejercen sobre mí, y especialmente los cautivos. He leído textos al respecto, entre otros a John Berger, pero, salvo algunas inteligentes observaciones, no me han ayudado a desentrañar mi especial interés por los Zoos. Es más, obviando el supuesto sufrimiento de los animales en cautividad, fotográficamente los prefiero así. Su estatismo y solipsismo, perplejidad e indiferencia, y muy probablemente su depresión (por cierto, no sé si existen psicólogos de animales), me ofrecen la posibilidad de observarles detenidamente y fotografiarles con un formato y una filosofía muy próxima al retrato. El que una jirafa me mire fijamente y además poder fotografiarla me parece una experiencia extraordinaria, por muy fácil y simplista que pueda parecer…