…Mi tiempo de viaje es distinto a cualquier otro: en momentos,
doloroso y otros, «sumamente gozoso» (insisto, doloroso a veces). Al ponerme en camino cambian los escenarios donde actúo habitualmente, lo que me ocasiona un cierto trastorno, aunque también afila la mirada y a veces hasta los sentidos. En el viaje hay momentos de celebración, de gozo, y son cuando aparecen los flechazos, encuentros que aunque siempre buscados, raramente se dan. Son enamoramientos fulgurantes, breves y esquivos. Quizá fotografío porque desde muy niño sólo deseaba enamorarme locamente; era lo único que me interesaba a todas horas. Sospecho que nunca progresé gran cosa en nada porque todas mis energías las dedicaba a la búsqueda de encuentros locamente deseados. Soñados. Súbita e ineludiblemente apareció la fotografía en mi vida; no podía ser otro lenguaje, conectado al hallazgo repentino, desenfrenado e inquieto, rápido e inconstante y al mismo tiempo obsesivo, enfermizo tal vez. Para mí, la fotografía no es tanto un lenguaje «artístico», valoración de la que dudo siempre, salvo estimables y escasas excepciones, sino, más bien, un excelente medio de proyección íntima e inmediata, por su facilidad de ejecución y conexión impetuosa entre la emoción y el momento: espacio y tiempo ante la visión…
4 SEPTIEMBRE 2010
© 2010 pepe fuentes