Con este otro, que también se llama A., no tengo conversaciones cultas. Tampoco de naturaleza artística. En consecuencia, no preciso desplegar mi pobre muestrario de quincalla intelectual (a pesar de que me guste mucho, porque soy incontinentemente exhibicionista). Como no tengo que montar el «chiringuito culto» para intercambiar ocurrencias sofisticadas, rebosantes de aburrida pedantería, nos dedicamos a otra cosa y eso está muy bien. Es más descansado y divertido. Nos solemos encontrar en viernes o sábado, en un bar que compartimos hasta muy de noche. También con el otro A., el de hace dos días. Ahora, cuando escribo este texto, me pregunto, no sin una cierta angustia, ¿de qué hablamos A. y yo? Perplejo, no tengo más remedio que contestarme que no tengo ni puñetera idea. Debe ser de cosas intranscendentes sin duda, porque luego las olvido. No sé. A mí nunca me han gustado las conversaciones superficiales, hasta estos últimos tiempos en que cada vez me gustan más. Es más, apenas puedo mantener alguna que no lo sea. Debe ser un efecto colateral de acumular años y años sin sustancia. Lo que estoy diciendo no significa, naturalmente, que A. sea una persona superficial, ni mucho menos, ese soy yo, sólo yo. Él sostiene un carácter complejo, con reacciones imprevisibles y con sus demonios siempre acechándole. Me siento muy afín a él en eso y en otras cosas, todas relacionadas con la dificultad de vivir en el mundo. También con el hastío, que siempre me ha parecido una reacción lúcida. Ambos somos muy vulnerables. Por si fuera poco A. también es ocurrente, y divertido, y generoso. Tiene un sentido hedonista muy evolucionado, aunque no sé si con complejos (de culpa), o no. A ese punto de confidencialidad aún no hemos llegado. Aunque nuestras afinidades ocupacionales son prácticamente inexistentes (salvo los fines de semana, hasta muy de noche), A. me cae bien y le aprecio (a lo que no me caen bien, ni los hablo ni los miro). Además somos casi de la misma edad, aunque él un poco más joven.
6 NOVIEMBRE 2010
© 2010 pepe fuentes