«…no hay ningún vínculo necesario entre una cosa, su imagen y su mismo nombre». René Magritte. Esta imagen está concebida en un tiempo de desorientación. Esa sensación me ha acompañado más persistentemente que ninguna otra. La fidelidad mutua que nos hemos profesado es digna de un epitafio grabado a fuego en mi historia, y en bronce en mi tumba. Corría el año mil novecientos ochenta y seis (aún era bastante joven), pero no tenía demasiada fe en mis posibilidades. Lo curioso es que tampoco me había rendido. Mi tiempo estaba dominado por una cierta ansiedad insatisfecha, y oscilaba entre pequeñas derrotas e insignificantes victorias. Pero, eso sí, todo pequeño y provinciano (como ahora). Será el destino. De vez en cuando me daba por ponerme «creativo» y arrastraba a algunos de mis amigos a que representaran algún papel en mis fotografías, y eso tenía un efecto apaciguador en mis frustradas urgencias. Por eso, la serie a la que pertenece esta fotografía, se llama: -el anhelo terapéutico-
14 DICIEMBRE 2010
© 1986 pepe fuentes