¡El deseo de fotografiar pertenece a los fotógrafos! El de mirar a cualquiera que posea ese sentido. El de ver, a algunos privilegiados. O como dice literariamente García Alix: «No se ama lo que se ve, sino que se ve lo que se ama». Teóricamente, los fotógrafos tienen sus facultades visuales sobreexcitadas, aunque sólo sea por oficio, deseo o «amor». Sin embargo, como cualquier otra actividad o destreza, para alcanzar la más alta expresión es conveniente que se combine con intuición, inventiva, percepción aguda de la luz, del equilibrio, del ritmo, de la composición… También, cómo no, sensibilidad para reinterpretar la realidad aparente; cultura artística y fotográfica (o en su defecto, general); afición filosófica (esto último como ayuda para entender lo que se hace) y, por supuesto, visión propia del mundo. Creo, además, que es imprescindible la consciencia del paso del tiempo (suponiendo que discurra en alguna dirección), por ser la fotografía una tentativa permanente de penetrar en su secreto. «…el acto fotográfico implica no solo un gesto de corte en la continuidad de lo real, sino también la idea de un pasaje, de una transposición irreductible». Philippe Dubois. En esta serie aparecen personas que portan cámaras o que se encuentran en el momento mismo de realizar una fotografía. No sé cuáles de ellos se enfrentan al hecho de fotografiar con seriedad trascendente, o sólo como mero entretenimiento, o por afán de testimoniar momentos «inolvidables». De cualquier forma, una fotografía siempre será una muesca en el tiempo, independientemente del propósito o de la intensidad con la que se haya realizado. Título: -Los fotógrafos-
22 DICIEMBRE 2010
© 2009 pepe fuentes