Todas las personas que aparecen en las fotografías de esta serie, están mirando fijamente al objetivo, por eso se llama: -El poder de la mirada-. No sé si los fotografiados miran a la cámara, a mí, o a sí mismos. Quizá cada caso sea diferente. Puestos a precisar o a racionalizar el desconcierto, ni siquiera sé a quién miro yo a la hora de realizar el retrato: al fotografiado, al visor de la cámara o a mí mismo. Puede que la lucidez sólo la aporte la cámara. O ni siquiera, y la mayor aportación sea de los haluros en combinación con la luz y el revelador. Lo cierto es que ahí están, con sus miradas intensas, de frente, directas, sin tapujos o disimulos, y eso es una visión poderosa, importante y trascendente para ellos, para mí y para cualquiera que se fije, que vea y no sólo mire.«En el otro me niego, me afirmo, me repito, sólo su sangre da fe de mi existencia». Octavio Paz
31 DICIEMBRE 2010
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