27 ENERO 2011

© 2005 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2005
Localizacion
Rotterdam (Holanda)
Soporte de imagen
-120 MM.- ACROS 100
Copiado máximo en soporte baritado
2
Fecha de diario
2011-01-27
Referencia
1121

-A veces, la tristeza-. El título de esta serie es el de una fotografía. Mantengo el título para la fotografía y lo proyecto hacia la serie. Me gusta. La fotografía (no es la de hoy, ya apareció en el diario hace tiempo), muestra a un hombre solo, desgarbado, caminando de frente. Detrás de él, una fachada neoclásica envejecida de un edificio aparentemente solo y abandonado. Es curioso cómo funcionan las lecturas: lees una frase, un verso, una metáfora, en fin, cualquier figura literaria, y, curiosa e increíblemente, mucho tiempo después, esa frase aflora y la escribes convencido de que es invención propia. En el caso del título de esta serie, por casualidad he descubierto que tiene una íntima relación con un verso de Julio Llamazares, leído y engañosamente olvidado años antes; bueno eso creía, porque no, no estaba olvidado, simplemente dormía en mi cabeza o en cualquier otro desconocido lugar de mi memoria. El verso era: «De vez  en vez, la tristeza». El paso del tiempo, como si de un vino se tratara, ha modificado ligeramente el buqué de la frase, pero no la esencia de la misma. No, no creo que mi título sea un plagio del verso de Llamazares, simplemente se trata de que los mecanismos de la memoria funcionan libremente y no hay por qué renunciar a ellos. Además, nunca plagiaria conscientemente; es tan inelegante, tan zafio. Lo que sí hago y haré es citar a otros, porque me enriquecen. De algún modo homenajeo a los autores que cito. Creo. A mí me gustaría que alguien, en algún momento me citara, pero no creo que ocurra nunca. No sé. Mi presentación de una serie sobre la tristeza nunca podría ser mejor que la siguiente cita de Jesús Ferrero: «No es raro que pueda haber adictos a la tristeza. La tristeza alberga, tras sus amargas marismas, extraños paraísos: interminables avenidas de cipreses grises perdiéndose en la lejanía, playas remotísimas donde van a morir olas gigantes, soledades que parecen la soledad de Dios y su misma eternidad, escalofríos de la mente que se pierde en un vacío sin fondo…«. Dicho queda.

Pepe Fuentes ·