1 ABRIL 2011

Llevo un mes sin escribir, casi sin leer, sin fotografiar. Qué hago? -Sospecho que Nada-. Pero, eso sí, laboriosamente. No puede ser de otra forma. Mi estricto y esforzado sentido de la responsabilidad, con el poco tiempo que me queda (aunque supiera que mi edad se prolongaría cuarenta años más, me seguiría pareciendo un destello fugaz), me obliga a estar en incesante y atolondrado movimiento. Nunca parado. Es la única forma que tengo de silenciar el rumor creciente de la inexorable extinción. Bien, como no hago Nada de Provecho, no tengo Nada Aprovechable que incorporar al diario… ¡qué risa!…