22 ABRIL 2011

…Ayer, la fotografía del veintinueve y hoy, la del treinta (marzo). El fin de semana pasado, por la noche, naturalmente, tuve una pequeña conversación con una mujer soldado. En mi vida había hablado con una profesional de las armas. Por mi calle a veces pasan soldados de ambos sexos, pero nunca hablo con ellos. No tenemos nada que decirnos. Sin embargo, con nocturnidad, en un bar, se puede hablar con las gentes más insospechadas y encima de «buen rollo». Por eso, para un tipo tan corriente como yo, con una vida que se parece tanto a una pared gris, algo desconchada ya, es absolutamente imprescindible vivir las noches de los fines de semana. So pena de caer fulminado por el artero e intangible rayo del aburrimiento.Qué me contó la mujer soldado?, algo que ya imaginaba, lo bueno de su profesión: que nunca estaba sola; lo malo: que no tenía intimidad. Claro, es lógico, -dije yo- mirándola atentamente. No fui muy explícito, no hacía falta, pero creo que se sintió comprendida. Ambos quedamos satisfechos de nuestra insustancial conversación…