Continuación de la crónica viajera que deje empantanada hace dos días: Capítulo 7. A mí me salen las cosas peor que a Muñoz Molina. Cuando él viajó recientemente en tren por Alemania, el silencio en el vagón era absoluto y sus compañeros de viaje eran personas discretas y concentradas en sus cosas, que leían apaciblemente. Yo, lo único alemán que tuve cerca en mi corto viaje de noviembre, fueron dos mujeres, delante de mí, que mantuvieron una conversación incesante en un tono excesivamente alto, en alemán, por supuesto, lo que no me permitió enterarme de nada de lo que dijeron…
18 DICIEMBRE 2011
© 2005 pepe fuentes