23 DICIEMBRE 2011

© 2008 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2008
Localizacion
Madrid (España)
Soporte de imagen
-35 MM. Kodak. High-Speed Infrared 400
Soporte de copias
ILFORD MULTIGRADO BARITADO
Viraje
SELENIO
Tamaño
18 x 28,5 cm
Copiado máximo en soporte baritado
2
Copias disponibles
2
Año de copiado
2012
Fecha de diario
2011-12-23
Referencia
3018

Capítulo 12…Luego, increíblemente cerca, Eugène Delacroix. El edificio que albergaba la exposición es armonioso, escueto, recto, sobrio, especial. La arquitectura industrial con aroma decimonónico me emociona, estéticamente, siempre. Situado frente a la fachada principal, giré a la derecha e hice esta fotografía del espléndido jardín vertical que forma parte del conjunto; solo que ese necesario escorzo fotográfico lo hice hace tres años. Todo sigue igual. Esta edificación siempre me fascina y, mirarla durante un rato cuando paso frente a ella, es una pequeña ceremonia que practico siempre. No obstante, como vengo diciendo estos días, al señor Muñoz Molina le sale todo mejor que a mí, y para que no haya lugar a duda, he aquí su descripción de esta obra: «este edificio cúbico como suspendido en el aíre y hecho de una mezcla de antigua solidez industrial y de arquitectura práctica y visionaria demuestra que es posible preservar lo más valioso del pasado volviéndolo en parte viva del paisaje presente». Muñoz Molina. A mí no me saldría un párrafo así admirando este edificio, y que conste que lo miro mucho, ni en un trance creativo prodigioso o poseído por los más arrebatados e inspirados espíritus literarios. Afirmo. La exposición era de una belleza conmovedora y la disfruté encantado. Sólo un pequeño incidente sin importancia: recibí una llamada apenas audible en mi móvil, me lo llevé a la oreja e, inmediatamente, una vigilante subida en un taburete y empotrada en un rincón lejano se tiró del mismo con un gimnástico salto (era bajita) y se lanzó hacia mí con una determinación apabullante. A medida que la veía acercarse me azoré un poco, porque no entendía qué podía haber hecho mal, pero enseguida lo supe: –apague su móvil, me ordenó-. A mi alrededor había una muchedumbre admirando las pinturas de Delacroix, charlando entre sí y provocando un ruido molesto e incesante; y a ellos, más ruidosos que yo, increíblemente, no les dijo nada. La causa debía ser otra, pensé. Obedecí sin rechistar y me guardé el objeto que al parecer había perturbado la sublime paz espiritual del momento. Vuelvo al autor del mes, que también admiró las obras de Delacroix un mes antes que yo y, como sabe componer frases sugestivas  y adecuadas a cada tema, mejor añadir un pequeño retazo de sus apreciaciones que cualquier tontería que se me pueda ocurrir a mí: «…Delacroix ya tiene una mirada moderna: las obras acabadas pertenecen todavía a una tradición de la pintura que él lleva al límite, y que termina con él. Su mirada desafiante y pensativa recibe nada más entrar a la gente que ha esperado en cola para ver la exposición. Nos mira uno a uno como reconociendo a sus contemporáneos de porvenir». Antonio Muñoz Molina

Pepe Fuentes ·