Capítulo 13…Continué hacia el Paseo del Prado en dirección norte y, también muy cerca, la exposición de Arquitecturas Pintadas, en el Museo Thyssen. No podía perderme esa exposición, y no sólo por la misteriosa y mítica belleza que contenía, sino, además, porque llevo años fotografiando arquitecturas como testimonio y enriquecimiento del hecho de viajar a ciudades y caminar fotográficamente por ellas. La arquitectura es la materialización y el síntoma incontrovertible de la cultura y el poder de las distintas épocas y ámbitos. Las construcciones en general, y la arquitectura singular en particular, encierran tanto misterio y sugestión que hacen que sienta un deseo irreprimible de penetrar en su interior. Ese impulso es tan fuerte como el de desear conocer a alguien que por su aspecto nos ha fascinado. Esta exposición, además, me ofrecía la posibilidad de poder ver y soñar ciudades antiguas, iluminadas por luces imposibles, en las que podía sentir el pálpito de mundos fabulosos en los que habría deseado ardientemente vivir; tanto, como para cambiar este tiempo y esta realidad por aquella sin dudarlo un instante. Una exposición poética, misteriosa, onírica, mítica, bella. Gozosa.