…En el centro de la calle, a la sombra, cinco hombres maduros (tanto como yo) daban buena cuenta de un copioso almuerzo a base de tortillas, filetes empanados y vino en abundancia. Nada más verme me llamaron y me invitaron a compartir su almuerzo. Me acerqué tímidamente y tomé un poco de su comida y bebí un trago de vino de unabota llena. Por cortesía. No les fotografié. Por supuesto. Intercambiamos algunos comentarios sobre el pueblo y las gentes que debieron habitarlo; según dijo uno de ellos, llevaba deshabitado desde hacía cuarenta años…
7 ABRIL 2012
© 2012 pepe fuentes