Primer párrafo (Pérdida, pag. 9): «Nunca duermo. Tampoco estoy despierto. Me veo a mí mismo acostado en la cama en un duermevela. El agua cuece en la pava». Comenzaba bien, con fuerza, en primera persona. En la siguiente pasa a la tercera y me alarmé un poco…»Cuando despierta por la mañana se queda un rato inmóvil…«. No, no es que tenga preferencia por alguna de ellas, en estos días también estoy leyendo a Paul Auster en una infrecuente segunda persona y funciona estupendamente.
17 DICIEMBRE 2012
© 2009 pepe fuentes