1 MAYO 2013

© pepe fuentes
Referencia
2013-05-01

Un querido amigo nos ha invitado a que asistamos a la inauguración de una exposición colectiva en la que participa, a la intempestiva hora de las siete de la tarde de un domingo. Por si fuera poco, el extraordinario evento ocurrirá a ochenta kilómetros de mi casa, nada menos. Un domingo, insisto. Los artistas se lo ponen muy difícil a los espectadores o seguidores de su arte. Los domingos suelo estar convaleciente de mis dudosas actividades de los viernes y sábados noche. Qué dura es la vida, por dios. A mi amigo le he admirado a lo largo de los muchos años que nos conocemos, porque siempre me ha parecido un artista. Así que no sé qué haré: si entregarme a la reparadora somnolencia y al desentendimiento, o ir a darle un abrazo afectuoso y solidario; a pesar de que ambos sabemos que las dichosas exposiciones no sirven absolutamente para nada, salvo para hacer caja, y no es el caso, me parece. Por si fuera poca mi zozobra dubitativa, la primera frase del correo de invitación es una confesión a la que soy muy sensible: «la vejez, me azuza en todo», dice. A mí también me pasa cada minuto de mi vida de ahora, de esta última parte. Pues eso: ¡vivan los gestos inútiles, si la cosa funciona!…

Pepe Fuentes ·