2 MAYO 2013

…No, no fui a la inauguración de la que hablaba ayer, a pesar del vivo interés personal y artístico que tenía por ver las fotografías expuestas por mi amigo. Hace años que no veo nada suyo, y menos aún reciente, por lo que no tengo ni idea de lo que habrá expuesto (en el caso de que yo me viera en un trance así, expondría lo más antiguo, sencillamente porque es lo mejor que me ha salido nunca). En fin, a veces surgen ocasiones para hacer lo que se debe, y no hacerlo, siempre resulta tentador o inevitable. Al día siguiente, muy de mañana, me apresuré a escribirle un largo correo donde le exponía mis sinrazones, a modo de remedo de excusa, por no haberle acompañado en ese público, luego peligroso, asunto. Al final del correo, en el colmo de la contradicción, le decía algo así como: -ya no debemos disculparnos por nada, a nuestra edad estamos liberados de ese muy social y pusilánime condicionante-. No me entendí, porque si pensaba eso, la carta me la podía haber ahorrado; no obstante, quise hacerlo porque le dije otras cosas del interés de ambos y porque a mi amigo le tengo un gran aprecio…