…Se paró frente a una vieja y sucia fotografía apoyada en el suelo. La observó atentamente y, sin mirarme, dijo que el muerto fotografiado no pertenecía a esa casa y que estaba sollozando pidiendo que le devolvieran a la suya, donde descansaba en paz. El decrépito y fantasmal sujeto del bastón, me exigió que lo hiciera o lo lamentaría. No le contesté; nada de lo que dijera ese astroso e insignificante individuo, al borde de la tumba ya, me importaba. Mi único interés era fotografiar «artísticamente» y, todo lo que pudiera suceder al margen de ese obsesivo y quimérico deseo, me era indiferente…
23 MAYO 2013
© 2013 pepe fuentes