…Le fotografié. A él le daba igual. A mí también. Su caso no ofrecía gran interés. Era como el de tanta y tanta gente, como el mío; un caso de naufragio existencial, el resultado de sueños anegados por el lodo pegajoso y putrefacto del vivir. La rebaba de tantas y tantas ridiculeces. A él, en su vida, le dio por la absurda necesidad de una fe imposible de sostener que al final se le había escapado por los implacables sumideros de la razón, esa que antes o después aparece, salvo en los casos de incurable imbecilidad…
29 MAYO 2013
© 2013 pepe fuentes