DIGRESIÓN TRES (Post Scríptum): Como con la obra de teatro que comenté en días pasados, hoy, después de escribir las impresiones que me provocó La gran belleza, que tanto y tanto entusiasmo me produjo (diario de ayer), me encuentro con un artículo de Iñaki Ezquerra, filósofo y escritor del que no he leído nada, que en un sesudo y aceptablemente bien construido artículo arremete con fuerza contra ella, en nombre de una cierta pureza ético-estética. Utiliza la tan denostada posmodernidad como arma arrojadiza letal, supongo que en nombre de un cierto regeneracionismo que solo conduce a sabidas fórmulas extenuadas ya. Ezquerra expresa contradicciones como ésta: «Nada es grande, y menos aún la belleza, que solo podemos degustar en pequeñas, precarias, pobres y parciales dosis. La posmodernidad no ha rebatido esa tesis moderna, sino que abunda en ella y la lleva a las últimas consecuencias. Ha cuarteado todavía más los absolutos. Lo que sucede con «La gran belleza» es que Sorrentino ha llevado la posmodernidad a su apoteosis. Ha hecho una película tan posmoderna que no solo ignora la modernidad, sino la posmodernidad misma». Claro Iñaki, porque los decadentes, y aún más los que ni siquiera tenemos desde donde caer, también queremos vivir y gozar de la belleza, y yo con La gran belleza lo he conseguido, por algo será. No entiendo bien a Ezquerra cuando contrapone a Sorrentino con Fellini, y con los Taviani, y con Pawlikowski, y con las vanguardias y hasta con Quevedo; pero esa es una comparación tramposa. Fellini era un artista genial, mucho, y los demás también, pero eso no tiene porque arrojar a Sorrentino a los infiernos. Por otro lado, además, desde la Roma de Fellini a la de Sorrentino han pasado cuarenta años y eso es determinante: en el mundo de la creación, tan solo unos pocos años, hacen que los enfoques cambien sustancialmente (nadie podría hacer ahora westerns como John Ford, por ejemplo). Podría escribir largo y largo intentando rebatir a Iñaki, pero este diario no va de eso. Lo que si diré es que estoy harto de leer tanta estúpida maldición a la posmodernidad desde argumentos que atufan hasta el mareo a «moralina» y corrección «humano-progresista». Naturalmente, como el otro día, me quedo con mis impresiones y proclamo que La gran belleza es una creación gozosa de vívida belleza. Ah, y el vacuo y lacrimógeno personaje Jep Gambardella (según Iñaki) dice cosas que a mí me resuenan, luego me valen, mucho: …»Siempre se termina así, con la muerte, pero primero ha habido una vida escondida bajo el bla, bla, bla. Todo está resguardado bajo la frivolidad y el ruido, el silencio y el sentimiento, la emoción y el miedo. Los demacrados en constantes destellos de belleza, la decadencia, la desgracia y el hombre miserable, todo sepultado bajo la vergüenza de estar en el mundo, bla, bla, bla. En otros lugares hay otras cosas, a mí no me importan los otros lugares así pues que empiece la novela. En el fondo es sólo un truco, sí, solo es un truco». (Jep Gambardella) Paolo Sorrentino y Umberto Contarello
24 MAYO 2014
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