DIGRESIÓN DOS. Las cosas de Eduardo Momeñe… insigne fotógrafo, al que no conozco, por supuesto. Sin embargo sé de su existencia desde hace décadas. Nunca he sentido interés por aproximarme a lo que tuviera este buen hombre en su cabeza y en su mirada (sus fotos), aunque algunas he visto a lo largo del tiempo. Bien, el dieciséis de junio, un periódico publicó una entrevista por algún asunto suyo que era actualidad. Dice el Vasco Momeñe: «La fotografía solo sirve para hacer fotografías, no para contar ningún cuento. Sirve para decir, pero no para contar «Caperucita Roja»» (aunque sí, tal vez, Alicia en el país de las maravillas, Eduardo). Luego él está en frontal desacuerdo con la interrelación de ambos lenguajes (precisamente lo que yo hago, vaya por Dios, que mala suerte), pero no me voy a enfadar por eso con el Vasco ilustre y quizá ilustrado, no que va. No, porque en otro momento de la entrevista dice: «No, para mí es prioritario el hecho de que la fotografía se tenga que mantener por sí misma. Yo creo que fotografía y texto son no sé si hermanos, pero desde luego son parientes, que están condenados a entenderse muy bien. A mí me interesa tanto la filosofía y la literatura como la fotografía. Pero nunca meto textos para salvar fotografías. Eso me parecería demasiado fácil». Si, también estoy de acuerdo con eso, porque claro, mi beligerancia con el conceptualismo es visceral, pero si el tal Momeñe reconoce el parentesco de fotografías y palabras, pues ya no sé muy bien qué pensar: a lo mejor es que no le entiendo bien (ya lo dije el otro día: es demasiado listo para mí). El caso es que yo relaciono ambas, pero por una sola vez y desde luego desde la total independencia de unas y otras. Porque, vamos a ver, Eduardo, qué extraña lógica hace inadecuado que alguien, para expresarse y hasta contarse, se sirva de ambos lenguajes, si ambos le son propios? La expresión o creación no tiene porqué ser unívoca, me parece. Sí estoy de acuerdo que la fotografía, si aspira a serlo, se conciba como única, y la escritura lo mismo, pero nada impide que fugazmente se junten en su eterno orbitar por el Espacio vacío, por la absoluta Nada. No, querido, no puedo estar en más desacuerdo contigo cuando afirmas: «No, tú has decidido que te expresas mediante un medio y ese es el medio que va a expresar y, si ese medio con el que tú trabajas no expresa, se acabó el tema. No quiero saber más. No quiero que me cuentes tu vida. No quiero nada. Tu vida me la cuentas tomando un café o haces un buen libro, pero con la fotografía no me cuentes tu vida. Y por qué no, Momeñe? Me pregunto…Por qué haces afirmaciones tan maximalistas, tío, no merece la pena, sobre todo porque parecen terriblemente angostas…
12 AGOSTO 2014
© 1982 pepe fuentes