DIGRESIÓN CUATRO: Carmina y amén (2014), de Paco León. Naty y yo no solemos ver cine español: la cutrez, la chapuza y la caspa resultan frecuentes y abrumadoramente insoportables. Siempre que lo intentamos, quizá por alguna crítica favorable o porque el autor aún nos merece algo de curiosidad, a los diez minutos rectificamos y borramos la jodida y mierdosa película ¡Cuánto echamos de menos a algunos de los de antes! Pero bueno, no todo es abominable, algunos se salvan. Uno de ellos es Paco León; al menos sus dos películas sobre Carmina, su madre, son espléndidas, especialmente ésta, la última. Mi crítico de cabecera, Boyero, se equivoca estrepitosamente, porque despacha la película con comentarios superficiales: «Momentos graciosos y subversivos, algún diálogo hilarante, un planteamiento que te remite inevitablemente al mundo de Rafael Azcona (…). Pues no, Carlos, la película, que para mí nada tiene de comedia, es mucho más, aunque una mirada relajada, poco atenta, pueda calificarla como comedia negra y fin de la historia. Sí, quizá esa sea la envoltura engañosamente fácil, pero detrás están todas las sombras que se ciernen sobre nuestra cultura, sobre nuestra secular y desoladora manera de enfrentar la vida. Qué triste, qué pequeño y qué grande es todo, y todo al mismo tiempo. Aparte de que la historia es de una negrura tan autentica y creíble que sofoca, toda ella está habitada por seres perdidos, fracasados, sin solución, pero que transpiran unas inquebrantables y conmovedoras ganas de seguir con sus vidas. Tiene momentos emocionalmente vibrantes, por su intensa credibilidad, como en el que Carmina va cambiando su expresión hasta casi el llanto a medida que una vecina de cincuenta y dos años, profunda e inmensamente sola, sin esperanza ya, con un hijo severamente disminuido de treinta y dos, le cuenta sus temores, su paralizante miedo a lo que fatalmente llegará. Solo esa ida y vuelta de la cámara entre una cara y otra, entre una expresión y otra, ambas desesperanzadas, ya valen inmensamente más que decenas de películas basura de este penoso cine que padecemos. Bien por León y su hermana y por Carmina. También por todos los demás que transmiten hasta el ahogo una historia humana, inmensamente humana, y triste, muy triste, pero verdadera. «Carmina: mira, María, yo no miento nunca, yo cuando digo una cosa se convierte en verdad»
6 OCTUBRE 2014
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