TETRALOGÍA FOTOGRÁFICA SOBRE AUGUSTUS, de John Williams. Carta de Octavio César a Nicolás de Damasco. 9 de agosto del 14 d. C.
DOS o la mirada lúcida sobre el sentido del gobierno:
«Así pues, no fue por idealismo o porque me creía moralmente superior que decidí cambiar el mundo, motivos que invariablemente engendran el fracaso. Y tampoco lo hice para incrementar mis riquezas y mi poder, dado que la riqueza que va más allá de la comodidad de uno mismo me ha parecido siempre la más aburrida de las posesiones, y el poder que va más allá de su utilidad, la más despreciable. Lo que vino a buscarme aquella tarde en Apolonia hace casi sesenta años era el destino, y decidí no rehusar su abrazo. No obstante, fue más una especie de intuición que una certeza lo que me hizo comprender que si el destino de uno es cambiar el mundo, es necesario primero cambiarse a sí mismo. Para poder obedecer a su destino uno debe hallar o inventar en su interior una parte de su persona que sea resistente e indiferente a sí mismo, a los demás, e incluso al mundo que tiene por misión reconstruir, no conforme a su propio deseo sino con arreglo a una naturaleza que irá descubriendo a medida que lo hace…»
«…La desesperanza que he expresado se me antoja ahora indigna de lo que he realizado. Roma no es eterna, no importa. Roma sucumbirá, no importa. Los bárbaros la conquistarán, no importa. Roma tuvo su momento, que no morirá del todo. El bárbaro se convertirá en la Roma que conquiste, nuestro idioma suavizará su ruda lengua, y el recuerdo de lo que destruya correrá por sus venas. Y en el devenir de un tiempo que es incesante como este mar salino sobre el que frágilmente me hallo suspendido, el coste es nulo, mucho menos que eso». John Williams
12 OCTUBRE 2014
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