…Llegué a mi casa, de vuelta, a las ocho de la tarde. Doce horas entre el viaje y mis merodeos por ruinas romanas, embalses, sierra y aproximaciones de alegres y aparentemente felices perritos. Fue un día genial. Aireó un poco mis últimos días de ahogo desganado. Me dije: -tienes que hacer más «microviajes», pepe-. Como mínimo uno a la semana. Naturalmente, la semana siguiente no hice ninguno y es que soy de memoria frágil y voluntad perezosa y por lo tanto merecedor de la atenta y escéptica mirada de perritas deslustradas y asustadizas y mojadas, pero amigables…
22 OCTUBRE 2014
© 2014 pepe fuentes