…El caso es que fotografié el estudio y a Manolo en él, en su espacio, pero claro, yo no estaba cómodo porque pensaba: -el numerito que me estoy montando es un abuso de su confianza- También les hice, a los dos, un primer plano del rostro para mi mural de «los ochenta y cuatro» (primeros planos de caras). Me sentía sobreexcitado, motivos tenía, a raudales: estaba pasando el día con unos amigos entrañables, fotografiaba, todo lo que veía me estimulaba: el estudio, obras de creación por doquier, todo era perfecto. Elaboraba mis teorías sobre el hecho de hacer y de fotografiar; del inmenso sentido que tenía que estuviéramos juntos contándonos y recordándonos. Suponía que mi sobreactuación a Manolo le estaba haciendo mucha gracia, y así era, al rato de presenciar mi intensa puesta en escena, dijo: -coño, pepe, pareces un cura- y después de una pausa añadió con sorna -pero de pueblo-. Nos reímos, razón tenía, toda. No me arredré y seguí con lo mío: el entusiasmo. Charlamos de obras, de proyectos que lentamente se iban quedando atrás y de lo que hacía ahora: sobre un plano de madera añadía relieves modelados en madera componiendo formas, abstracciones geométricas, equilibradas, con ritmos que sugerían a la naturaleza en movimiento, o quizá musicales. Luego, pintaba sobre esas composiciones, reforzando el sentido del movimiento y del equilibrio. También, en otro espacio contiguo, realizaba grandes acrílicos. Todo se movía en el estudio de Manolo. Resiste sin desmayo. Cómo no. Tiene veinte años más que yo, ha vivido infinitas experiencias más y ha creado obras escultóricas en todo tipo de tamaños y materiales: hierro, bronce, mármol, piedra, materiales plásticos, tierras, y todo pleno de sentido conceptual y formal. También pintura, en todo tipo de soportes y técnicas: acuarelas, oleos, carbón, sanguinas, acrílica. Ah, y además el teatro: muchos años gestionando grupos amateurs y representando obras en clave de comedia del arte…
25 DICIEMBRE 2014
© 2014 pepe fuentes