…En esta fotografía Naty tiene veinticuatro años, o quizá veinticinco recién cumplidos porque los cumplió en esos días, en nuestro primer viaje juntos, a Lisboa. A partir de ese momento no nos hemos separado nunca. El tiempo, desde aquel viaje, quince días después de conocernos, se hizo cargo de todo y ha ido pasando y conformándonos sin darnos cuenta, rápido y leve al mismo tiempo. La sonrisa de Naty en esta fotografía es enigmática para mí ahora, solo puedo imaginar las sensaciones que afloraban a su gesto, a su mirada. Ahora, contemplándola, me siento turbado: feliz y triste al mismo tiempo. Feliz, porque he vivido junto a su belleza y su inagotable calidez y atenciones durante veinticinco años; triste, por todos los matices que no he sabido percibir, por no haber sido capaz de apurar todas las sensaciones que su presencia junto a mí provocaba a cada instante. Siempre igual, siempre la sensación de pérdida de lo no sentido aunque se haya vivido. Pero al menos tengo esa sonrisa que sí, que parece que iba dirigida a mí, y solo a mí, aunque ahora no consiga recordar con nitidez qué sentí en ese preciso momento. Menos mal que tengo esta fotografía y a ella, todavía…
4 ENERO 2015
© 1990 pepe fuentes