Ayer escribí de la importancia de los diarios como ahuyentadores de la muerte (también Masoliver parecía estar en esa idea) y hoy, precisamente hoy, se da la curiosa estadística de que este diario ha llegado a los cuatro mil días consecutivos, a las cuatro mil fotografías, a los cuatro mil textos o, lo que deseo que sean para mí, cuatro mil barreras a la muerte (que no me servirán de gran cosa cuando Átropos decida cortar el hilo de mi presencia en el mundo)«Ya todo era pasado cuando cerró los ojos». Juan Antonio Masoliver Ródenas. Un último apunte sobre El ciego en la ventana. Monotonías: Masoliver incorpora un estupendo aforismo sobre los necios. Lo desarrolla en once frases. Solo incluiré cinco, aunque estoy entusiásticamente de acuerdo con todas. Quien quiera conocer las restantes que se compre el libro, porque es genial: «Necio es el de la bandera y el de la patria. Necio es el que es feliz y se lo cree. Necio es al que miro con desprecio. Necio el que pierde su tiempo hablando de los necios. Necio es el amigo del necio». Para terminar: todas las fotografías de estos últimos días, desde el veinte, día en el que invité a Masoliver a mi diario, están realizadas en el cementerio de Père-Lachaise en París, lugar bellísimo al que me gustaría volver para seguir fotografiando las maravillas que contiene: esculturas, pretenciosas arquitecturas, literatura, tristeza, melancolía, vanidad, y riquísima y matizada información sobre el género humano (además de muchos muertos ilustres) y porque, de algún modo, me ayuda a declinar y conjurar al mismo tiempo a la dichosa parca. «Le acongojaba la ceguera de las estatuas». Juan Antonio Masoliver Ródenas
23 FEBRERO 2015
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