SOBRE LA ENVIDIA Y LA MUERTE (y el éxito): no creo sentir envidia por nadie y por todo el mundo, al mismo tiempo. Por fin creo saber quién soy (creo que siempre lo he sabido) y para eso nunca he tenido remedio: «Cuando finalmente supe quién era, ya no me importaba». Juan Antonio Masoliver Ródenas. Lo que me parece que sucede es que una sola vida no basta para una vida, para el hecho de nacer y morir una sola vez. Sí, aparte de la mía, que no cambio por ninguna, también quisiera vivir otras, muchas, porque ahora que se acerca el final siento una aprensiva decepción al saber que la mía se me ha quedado corta. Quizá por eso me paso el tiempo leyendo novelas, viendo películas y teatro y observando cómo viven los demás (bueno, eso muy poco) para así expandir un poco lo que me queda; «La literatura no salva la vida, pero puede darle sentido» Claudio Magris. Pero eso no es envidia, es ansia, insatisfacción por no abarcar más y más ¡¡¡todo se queda tan corto!!! Hace unos días escribía en este diario sobre mi pavor a la muerte, y también en esos días leí, no me acuerdo dónde ni de quién, algo así como que el miedo a ese fatal momento era tener la sensación de no haber vivido lo suficiente. Puede que sí, que también sea eso. El caso es que una de las posibles experiencias exuberantes de la vida puede ser revolcarse en el éxito, concretamente el artístico que es el que más me atrae, y no, de ese no voy a saber nunca cuál es su tacto, densidad, temperatura, olor y color…
8 MARZO 2015
© 1986 pepe fuentes