Creo ser un tipo serio y responsable. Me comporto cívicamente y siempre procuro cumplir con mis obligaciones como ciudadano y amo de casa. También me dirijo con un alto nivel de esfuerzo en todo lo que me propongo hacer (al menos me muevo mucho, otra cosa es que sea con sentido e inteligencia). Hoy, por ejemplo (cinco de marzo) me he dedicado a escribir desde las siete hasta las doce y media de la mañana. Luego he hecho mi cansina gimnasia, he atendido algunas tareas domésticas y he cocinado. Mientras, he oído noticias culturales de dos periódicos en mi Ipad. Después de comer he seguido trabajando con negativos y planificando fotográficamente este diario. Hasta ahí todo bien (más o menos). A las cinco y cuarto he recibido una llamada telefónica aleatoria e inesperada: una mujer quería que contestara a una encuesta sobre mi ciudad; sí, eso me pidió. En contra de mis sempiternas negativas en estos casos, sin saber por qué, me presté al desatino. La propuesta había sido tramposa porque, sobre todo, se trataba de valoración (ofrecía una puntuación del uno al diez) de opciones políticas, políticos e intención de voto. En vez de colgar acobardadamente, contesté a tontas y a locas, porque a medida que lo hacía constataba que no sabía nada de nada de lo que me preguntaba: a la mayoría de los políticos no los conocía, tampoco sabía cómo estaba mi ciudad en ningún aspecto, y lo que me resultaba más bochornoso todavía, no tenía criterios ni opinión sobre políticos, partidos y por supuesto tampoco sobre programas y cosas así. La dichosa encuesta me cansó enseguida pero como había accedido me costaba decirle: –para ya, soy una langosta y no entiendo de lo que me hablas-. Creo que, honestamente, tendría que haber contestado a las más de cincuenta preguntas que la mecánica mujer me hizo: «no sé, no sé, no sé». Quizá no sea tan probo ciudadano como me parezco y desde luego, lo que indudablemente me ocurre es que estoy penosamente desinformado. Sin solución además, porque no cambiaré nada de eso. Consecuentemente, creo que no debo votar porque no estoy cualificado. Dicho queda.
23 MARZO 2015
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