11 MAYO 2015

Martes, nueve de la mañana. Charlie no llora, solo duerme a mi lado mientras escribo y de vez en cuando se da una vuelta curioseando. A media mañana iré a caminar, sin ganas, claro. Charlie todavía no me puede acompañar porque solo tiene mes y medio y además hay que vacunarle muchas veces. No sé lo que espero de él. Quizá que sea un buen perro y que se porte bien conmigo acompañándome en los paseos que no me apetece dar. En realidad ya no deseo nada de nada. Esta noche no habrá Tony Soprano y sus secuaces, perdedores y tragicómicos todos (absorbente historia), porque veremos un partido de fútbol que juega el Real Madrid. Nos acompañará nuestro amigo Ángel, que suele acercarse en estos trances. El otro día, un tipo llamado Manuel Jabois, al parecer escritor y periodista, escribía en un artículo: «Hay pocas cosas más felices y divertidas que ser madridista. Yo no las conozco».  Creo que no es para tanto aunque yo también me divierto bastante, cuando gana, claro. Si pierde, me disgusto un poco. Tampoco demasiado porque no conviene dramatizar en las cosas en las que uno no puede hacer nada de nada. Estoy en el camino de la perfecta frivolidad. Charlie ha empezado a llorar, quizá intuya que el Madrid perderá esta noche…