LAS ABSURDAS MANÍAS QUE GENERA MI CALLE. Por ejemplo, en mi vecino Miguel Ángel, el de enfrente (solo tengo dos vecinos en toda la calle, uno arriba y otro enfrente). No sé cómo son porque no hablo con ellos. No estamos regañados porque nunca nos hemos peleado por nada, simplemente nos ignoramos. Sé que el de arriba se llama Manolo y que tiene un hijo, una hija (el novio de ésta tiene una moto ruidosa), un perrito y un gato. Es curioso porque los tres somos descendientes de los que primero vivieron en esta calle y eso no es suficiente para que nos prestemos alguna atención. La casa donde vive y desarrolla sus manías Miguel Ángel, el de enfrente, la ha heredado de sus abuelos. La construyó su abuelo Benito, solo, de piedra, trabajando duramente los domingos, cuando descansaba de su trabajo en una empresa de pavimentación, hace ya setenta años. Al señor Benito lo traté bastante mucho después de que hiciera su casa, cuando llegué a la calle con mis padres, con diez años. Me caía muy bien ese hombre raro, reservado, asocial, voluntariamente aislado durante toda su vida. Sentía una profunda reserva y un cierto asco hacia el estado de valores sociales y políticos de la posguerra. Al parecer fue un feroz combatiente republicano y comunista obsesivo. Luego, estuvo unos años preso. Tenía una fuerza de voluntad descomunal y una adicción paranoica al trabajo. Desde que le conocí siempre le vi trabajando, duramente, apuntalando y añadiendo elementos a su precaria casa, y así hasta que murió hace unos pocos años. Su nieto, Miguel Ángel, lleva más de diez haciendo exactamente lo mismo que hacía su abuelo: construir incansablemente en el patio de la parte trasera de la casa pequeños habitáculos de enigmática utilidad. El verano pasado inició la construcción de una habitación (en la foto) sobre la cubierta de una que construyó su abuelo…
10 JUNIO 2015
© 2014 pepe fuentes