15 AGOSTO 2015

…SOBRE EL CONFORMISMO Y EL PLACER EN LA MUY MADURA EDAD IX: El otro día, escribiendo estos días de diario, reclinado en una tumbona, con Charlie tumbado cerca, como casi siempre (de vez en cuando se incorpora y me mira fijamente como esperando algo de mí y yo le devuelvo la mirada como esperando algo de él), sonó el teléfono. Era una llamada comercial que intentaba venderme una revisión dental. Virginia, que así se llamaba la vendedora, se dirigió a mí con franca campechanía y simpáticos argumentos. A mí me agradó la que parecía una jovial conversación con una mujer desconocida y claro, le dije que sí. Cómo no. Era como vivir un momento de «disfrute» muy relajado y descomprometido. Todo iba bien, y yo imaginaba que la tal Virginia era una bella mujer. Además, la oferta era gratuita y eso era lo que más me gustaba; hasta que Virginia me preguntó la edad, se la dije y a continuación  cambió el tono, se tensó un poco y cambió el tuteo por el formalísimo usted. -Claro, así no hay modo de disfrutar- pensé. -La edad es un serio inconveniente, hasta  para mantener una distendida charla, aunque solo sea comercial-, me dije. Me decepcioné un poco y estuve a punto de decir a esa mujer que había dejado de interesarme su oferta, pero opté por ponerla a prueba y decirle que a pesar de mi provecta edad debería seguir tratándome de tu. Lo hizo, supongo que de mala gana, pero si no lo hubiera hecho habría suspendido el principio de acuerdo al que habíamos llegado. Hay que resistirse a tanta injusticia…supongo…