BERLÍN (del cuatro al nueve de agosto de dos mil quince). Foto 8
Había que seguir tirando y tirando de la maleta de las cámaras y cargando con el pesado trípode para volver al lejano hotel. Hubo dos fotografías más antes de poder dejar la impedimenta guardada hasta el día siguiente; ésta y otra que aparecerá en cualquier momento, cuando menos me lo espere. Sí, porque este dichoso diario es mágico, nunca se sabe cuándo sucederán las cosas. Creo que me estoy desviando un poco de mi propósito y lo que me está saliendo es casi una guía de viaje, o lo que es peor, del nuestro, porque encima no somos viajeros, sino solo turistas. No soporto las fotografías descriptivas, en plan naturalismo postalero como ésta. Pero la hice. Por qué, -pues porque sí-. Quizá por la belleza del edificio, o tal vez por la luz de atardecer, o, seguramente, por la proyección de las sombras sobre la hierba. O porque no se me ocurría nada mejor. Yo qué sé. Es sabido de la imposibilidad de la fotografía para poder ir más allá, o más acá, sencillamente porque la apariencia de las cosas impide la auténtica visión de las mismas. Piglia dice que le interesa más la literatura que la vida. Yo podría decir que me interesa más la fotografía que la realidad, pero todavía no lo tengo claro, lo estoy estudiando…
8 SEPTIEMBRE 2015
© 2015 pepe fuentes