ALGUNAS COSAS QUE ME PASAN CUANDO ME ATREVO A SALIR A LA CALLE I (segunda parte). Esta tarde tendré que salir sin más remedio. Iré a un centro médico de humanos, no de perritos delicados, como Charlie Brown (en casa ya hay más medicamentos para él que para nosotros). Habrá personas y lo mismo me encuentro con situaciones que me sirvan para mi quimérico -observatorio social-. Lo conté el mes pasado: tengo pendiente una segunda consulta con un médico, el que escribía con los dedos índices y del que tuve la impresión de que la idiocia se había hecho cargo de su vida desde hacía tiempo. Me han citado a las cinco de la tarde. Portaré un sobre con los resultados de la analítica, cuidadosamente custodiado para que no se rompa la cadena de prueba (lo he visto en las películas), y a ver qué me dice. Claro, al sospechoso doctor no le hablaré de mi enfermedad del alma, que últimamente es lo que más me duele. No lo mencionaré porque su especialidad es otra y porque lo mío no tiene cura (tampoco lo suyo la tiene, me parece). Ni siquiera puedo mejorar porque la causa está en la muerte de los deseos que, como las neuronas, se destruyen masivamente todos los días (aunque deseos no he tenido tantos). Al parecer es cosa del paso del tiempo, y eso tampoco tiene arreglo. (Continuará)
1 DICIEMBRE 2015
© 2015 pepe fuentes