14 DICIEMBRE 2015

Cosas de un miércoles cualquiera III (once del mes pasado). Volví al pinar. Decidí llevar la bicicleta, así podría recorrer más espacio, aunque las muchas cuestas me obligaban a bajarme constantemente. El pinar tiene una longitud de unos cuatro o cinco kilómetros por tres de ancho, más menos, con abundante vegetación y mucho arbolado en algunas zonas. Charlie Brown solo un tamaño de catorce kilos. No era fácil localizar a un animal tan pequeño moviéndose imparablemente. A las doce seguía sin noticias de él. Ya tenía claro que en el pinar no estaba, lo había recorrido varias veces. No me decidía por dónde buscarle. Al final del pinar, en dirección este, hay un centro comercial grande y dos o tres kilómetros más allá un barrio residencial. Pero claro, toda esa zona está urbanizada, carreteras, calles, coches…indudable peligro para Charlie Brown. En sentido contrario, nuestro barrio, desde donde habíamos partido. Me dije que quizá tendría que buscar por esas peligrosas zonas pero, al mismo tiempo, sentía pánico de encontrármelo atropellado en una cuneta. Seguí aferrado a la idea de que si Charlie Brown había perdido el contacto en los bosquecillos del pinar, volvería a ese sitio, era su última referencia (otra vez mi lógica sin sentido); sin embargo, no era seguro, porque, desorientado como seguramente estaba, si se había alejado mucho no sabría volver al sitio donde me había visto por última vez…