DIGRESIÓN UNA. Snow Angels, EE.UU. (2007). David Gordon Green. Intérpretes: Kate Beckinsale, Sam Rockwell, Michael Angarano. Thomas Hobbes: «Homo homini lupus» (‘El hombre es un lobo para el hombre’). Cierta frustración existencial, unida a una inteligencia débil y a un más que probable determinismo cultural y religioso, puede hacer que algunas personas lleguen a realizar las más espantosas y trágicas acciones. No creo en el determinismo como fuerza inevitable, incontrolada y fatal, ni fuerte ni débil, pero sí soy consciente o al menos sospecho que ciertas circunstancias, involuntarias o elegidas (la elección cuestiona la raíz de los fundamentos deterministas), pueden abocar al individuo a ciertas conductas sociópatas e indeseables. Mi aversión hacia las creencias rígidas o religiones (versiones o acepciones razonadas de lo irrazonable) se fundamenta, esencialmente, en que aleja al individuo del libre albedrio o de la construcción de un yo potencialmente pleno, de acuerdo con las cualidades de cada cual. El hombre lo es en la medida en que se construye sin guías predeterminadas. O es un explorador de la vida, del hecho de pensar en sí mismo y de su lugar en el mundo, o no será. Pues bien, el nefasto protagonista de esta historia, patologías aparte, es un enajenado católico y eso, me parece, resulta funesto y quizá determinante para el desenlace trágico de la historia. Quizá, el infausto desenlace, no está determinado porque el asesino sea un católico radicalizado (podría haber sido cualquier otra estúpida creencia llevada a la exacerbación), pero sí creo que, sin esa innecesaria excrecencia, la tragedia no se habría producido. La película cuenta, admirablemente, una historia que, en su desenlace, asalta la actualidad con demasiada frecuencia. Su mérito reside en su pulcritud, elegancia y ritmo narrativo y en sus espléndidas y creíbles interpretaciones.
8 FEBRERO 2016
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