A PROPÓSITO DE UN BREVE PERFIL BIOGRÁFICO Y DE LA IRRELEVANCIA VICARIA DE LA FOTOGRAFÍA: Breve perfil biográfico de Bárbara Lennie, escrito por Manuel Vicent y publicado en El País, el ocho de febrero de este año. En el mismo hay unos párrafos que aluden al retrato que acompaña la glosa cascabeleante de Bárbara (ya se sabe del primaveral colorido de las prosas de Vicent) y que mencionan al autor del buen retrato fotográfico, en blanco y negro, Jordi Socías, importante fotógrafo, pero que al insigne y ocurrente escritor no le debe parecer suficiente como para señalar su nombre; solo es «el fotografo», quizá porque considere que su trabajo solo es vicario y funcional de su «bonita» creación, eso sí a propósito de una gran actriz. Escribe Vicent: «Mira a la cámara. Levanta la barbilla. Vale. Separa un poco los labios. Ahora ponte una mano en el pelo. Así. Muy bien, Bárbara. Vuelve la cara hacia la izquierda. Más. No tanto. Muy bien. Ahora me vas a hacer un favor. ¿Puedes llorar?, le preguntó finalmente «el fotógrafo».Y Bárbara se concentró no más de diez segundos y a continuación la cámara fijó su rostro con los ojos empañados. Habría que preguntarse en qué placa de su memoria fue esta actriz a buscar las lágrimas. Mientras «el fotógrafo» fijaba el objetivo de la cámara, Bárbara Lennie solo por complacerle le regaló unas lágrimas». El retrato que aparece en el periódico es excelente, pero quizá, tan solo, uno más. Sí, los que pretendemos hacer retratos lo más cercanos al alma de los fotografiados establecemos un diálogo parecido al de Socías con su modelo. Yo también lo hago y eso me parece sospechoso porque luego, una vez positivados, todos los retratos se parecen. No sé cómo podría llegar a dar un paso más allá.
17 MARZO 2016
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