11 ABRIL 2016

© 2014 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2014
Localizacion
Toledo, (España)
Copiado máximo en soporte baritado
2
Fecha de diario
2016-04-11
Referencia
6983

DIGRESIÓN EN HONOR A LA VERDAD. Mi amigo Manuel Elegido siempre ha tenido razón en su manera de concebir imágenes, de fotografiar sensiblemente. Y la ha tenido desde que éramos pequeños en esto de la fotografía (aprendimos algunas cosas juntos). Lo que aprendimos, fundamentalmente, fue que ambos podíamos hacer algo razonablemente bien desde nuestras limitaciones y eso fue muy importante. Fue como un fogonazo de suerte e inspiración que podría no haber sucedido y eso habría sido muy malo para nosotros. Manuel, en su blog En silencio levanta acta incontrovertible de lo que es fotografiar calladamente, sin alardes innecesarios. Constantemente, no falla nunca. Cuando se me olvida qué es la fotografía visito su blog, y ahí está: el Mundo, entrevisto, visto y fotografiado. Incuestionable e incontestable. No conozco otro ejemplo más brillante de fotografía caminada, percibida sensiblemente mientras se deambula sin propósito, pero intensamente sensible a los fortuitos y sustanciales encuentros. En él se da la premisa picassiana de no buscar, sino encontrar. Manuel encuentra incesantemente una verdad sostenida por lo inverosímil. Es un compositor genial de suites de imágenes sutiles y delicadas para exquisitos melómanos iconográficos. En sus fotos se da la premisa metafísica de que una imagen puede encerrar la verdad del mundo. Con su genial modo de ver, su sentido de la composición y su capacidad para penetrar en escenas aparentemente inocuas por invisibles, consigue imágenes que remiten a las preguntas esenciales del sentido del paso por el mundo. Sí, él está en la brillante exploración de lo cierto, desde la inaprensible incertidumbre, como no puede ser de otro modo. Combina, con una infinita y sutil sabiduría, la desolación y la soledad de seres y escenarios con un mordaz y ligero sentido del humor. Cartier Bresson, por poner un ejemplo conocido, no llegó tan lejos en sutileza y fina observación. Pero claro, Cartier era un artista, supongo, y eso a veces es un serio inconveniente para actuar con absoluta libertad creativa. Ni Manuel ni yo tenemos las responsabilidades inherentes de los que se les ha honrado con el título de artistas, solo la sentimos ante nosotros mismos y eso siempre ha sido lo bueno para nosotros, desde pequeños hasta ahora mismo. Mientras él ha avanzado abriéndose paso con su luminosa sencillez, yo he braceado en la oscuridad, en la incertidumbre y en la torpeza. Lo único que a mí puede salvarme es que ciegamente lo intento e intento, voluntariosamente, como escribió lúcidamente Samuel Beckett: «Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor»…

Pepe Fuentes ·