LOS REALISTAS y III, en tres anotaciones y tres fotografías tan realistas como lo contrario, de montones de tierras: pero, aunque puedo entender su afán de ir más allá y más allá y más allá, y no acabar nunca, me pregunto para qué. Nunca podrán llegar al fondo de la materia hurgando en ella hasta el paroxismo obsesivo. Eso siempre será un fracaso porque nunca se puede aprehender del todo nada. No es que lo diga yo, Antonio López, el más significado de los siete, también lo entiende así: «Una obra nunca se acaba, sino que se llega al límite de las propias posibilidades». Lo entendieron los informalistas, por ejemplo, o los expresionistas abstractos y otros muchos que buscaron por otro lado, con otras formas y se quitaron la responsabilidad y la ansiedad de lo inabarcable de un manotazo. Supieron que el realismo nunca les llevaría a ninguna verdad, ni siquiera entrevista. Los realistas, y se les puede llamar así porque ellos se han dejado señalar de ese modo, nunca han renunciado ni han dado un paso atrás, por eso son héroes rotos y de algún modo malogrados. Sí, porque han elegido el camino más tortuoso, el de la imposibilidad. Con ese ánimo fui a ver la exposición, el de encontrarme con lo que nunca podrá ser. Luego están los espectadores que completan el ejercicio. Estos últimos somos más complacientes y quizá superficiales porque pensamos que con nuestro reconocimiento, en muchos casos asombrado, completamos el esfuerzo titánico de pintar unas granadas resquebrajadas, sin ir más lejos. Así, esforzados en hacer unos y en aplaudir otros, el arte alcanza una hipotética perfección y todo, absolutamente todo, acaba bien y mal, al mismo tiempo. Pero ¿y las granadas, que pasa con ellas? El problema es que eso nadie lo sabe ni lo podrá saber nunca. Lo mismo que con este montón de tierra, que he fotografiado porque sí, con ligereza y brevedad, para que no me haga daño. Sí, reproducir mecánicamente siempre será más inocuo que hacerlo a mano pero los que optamos por ese impotente y tecnológico lenguaje nunca llegaremos a alcanzar verdaderamente el más allá, desde el más acá, como intentan hacer ellos. Soy consciente de mi ambigüedad hacia el «Realismo» porque, por un lado, mis coordenadas están ahí, en la reproducción, y por otro, sospecho que es un esfuerzo quimérico e imposible.»El realismo no me atrae, y no sé muy bien qué es la verdad, puesto que cambia constantemente». Marck Strand.
18 ABRIL 2016
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