CUANDO FUI NIÑO V. «La agria melancolía/que puebla tus sombrías soledades». Antonio Machado.
Una de las perdurables razones de mi sentimiento de apego a ese solitario y anodino cerro es que la textura de la tierra, de la vegetación y de sus piedras sigue exactamente igual que hace sesenta años. Y la luz. Y la casa, sobre todo la casa. No está en ruinas, sigue igual. Por eso, precisamente por eso, el recuerdo se mantiene inmutable; sin embargo, mi cuerpo ha envejecido desoladoramente, pero mi alma, entre esas piedras, se reconoce en el niño de los tres, cuatro, cinco, seis años… Soy el mismo de entonces. Puedo verme ahora jugando frente a la puerta, sentado en el suelo, como entonces. La imagen sería la misma. Tengo más apego a esas tristes y solitarias tierras que hacia cualquier otro sitio que haya podido ver a lo largo de mi vida…
25 ABRIL 2016
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