CATORCE DE ABRIL (y la vieja y abandonada estación de trenes era un gran plató cinematográfico). Después de deambular por carreteras por la llanura de La Sagra, que no nos llevaban a ningún sitio, fuimos a parar a la estación en la que no esperábamos ver a nadie. No fue así, nada más llegar a la explanada frente al edificio principal nos encontramos con coches, camiones, un mercadillo y unos tipos con chalecos amarillos. Uno de ellos vino hacia nosotros y yo me preparé para ponerme sumamente desagradable (estoy harto que gentes extrañas metan las narices en nuestras cosas). Me preguntó si veníamos al rodaje. Como no era así, claro, me encogí de hombros displicente, sabiendo que me iba a pedir que nos fuéramos. No le contesté. Como no había salido del coche, arranque sin más, no tenía nada de qué hablar con el tipo del chaleco que se estaba liando un cigarro. Nos alejamos un kilómetro, aparcamos en una cuneta y deambulamos por la zona. Nos acercamos a un edificio abandonado de la estación y en el primer piso, desde una ventana, observamos a veinte o treinta personas, también con chaleco amarillo, que hormigueaban alrededor de lo que parecía un plató de rodaje. No llevaba cámara. No fotografié. Sin embargo, descubrí en un rincón estos restos que fotografié días después.
15 MAYO 2016
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