DIGRESIÓN UNA: El elefante desaparece, de Haruki Murakami. Uno de los mayores males que ha condicionado mi vida es la dificultad para concentrarme. Siempre ha sido así. Esa dolencia ha permanecido estable, ni ha empeorado ni mejorado con el tiempo. Lo dice Murakami en esta obra: «Una vida sin concentración es como tener los ojos abiertos y no ver nada». Es exactamente lo que me pasa a mí. En El elefante desaparece, Murakami reúne una serie de relatos mágicos y desasosegantes. Me enfadé un poco con el primero de ellos porque era la transcripción literal del primer capítulo de la novela Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, y que titula en esta edición: El pájaro que da cuerda y las mujeres del martes. No veía la necesidad del reciclado, por mucho que existieran conexiones temáticas; no obstante, la irritación se me fue pasando a medida que lo releía con gusto. Con Murakami siempre me pasa lo mismo, después de leer la última obra publicada me digo que lo voy a abandonar un tiempo, que ya me he cansado de su mundo mágico e hipermoderno, pero cuando aparece una nueva obra doy un salto de alegría y la leo inmediatamente con avidez. Lo cierto es que me apasiona el mundo Murakami, me siento bien habitándolo y creo entender bien las sensaciones y motivaciones de sus personajes. Si fuera novelista me gustaría crear una constelación de historias parecidas a las suyas. Tanto la recopilación como el cuento que da título a la obra me han encantado. A veces he vivido situaciones iguales a las de alguno de sus relatos, en el que una prometedora relación de dos personas que acaban de conocerse y que se han gustado mucho, se malogra súbitamente, se pierde para siempre por un tema de conversación mal elegido. Así son las cosas y las relaciones entre los humanos: inexplicables, sencillas y complejas al mismo tiempo. Puedo entender y sentir eso como la palpable textura misma de la vida. El amor o el odio como un golpe, como un súbito pálpito de casualidad, como un frívolo y azaroso giro del destino. Todo tan venturoso o aciago como ineludible. Ese es el mundo de relaciones humanas de Murakami, y me gusta mucho. Hoy he tenido fácil elegir la fotografía para este texto; aunque este elefante no desapareció, que yo sepa.
1 JUNIO 2016
© 2008 pepe fuentes