DIGRESIÓN UNA (3): La felicidad y el suicidio. Luis Antonio de Villena, (2013). Ebook …Y también el suicidio, como reacción ante la imposibilidad de vivir que puede anidar en determinados espíritus y que desemboca en la decisión de acabar con la propia vida. Claro, en esta obra es ineludible que se aborden pertinentes aproximaciones a posibles causas, todas ellas honorables, cómo no: «Mis queridos amigos: alegraos y no os sorprendáis. La impotencia y la vejez son muy tristes compañeras en los últimos años de la vida. Yo quiero daros un buen ejemplo y un buen consejo. Tenéis el poder, como veis, de no aguardar la vejez; podéis partir voluntariamente antes de que llegue, como voy a hacerlo yo.» Petronio. La grandeza del suicidio consiste en que siempre es uno mismo quien lo decide, por lo que siempre será un inviolable y sacrosanto derecho: seguir o dar por terminada la representación del vivir si el relato resulta tedioso, o lo que es peor, doloroso. Detener el latido del corazón porque ya no merezca la pena que continúe tirando de nuestro cuerpo si este no encuentra el sentido de continuar. Dice de Villena: «Soy un convencido pesimista (no sé si nato) que está seguro, por propia experiencia, de las sutiles y ágiles bondades del optimismo. Vivir encima, parece el lema. Pues nada pierdes viviendo, si ya has venido. Sonríe, sigue. La muerte (la tuya propia) va contigo. Si sabes, incluso te ayudará, llegado el momento». Suscribo consciente y plenamente estas palabras (a mí también me interesa el negocio de la vida), aunque la diferencia de la representación esté, en lo que a mí se refiere, en que no suelo sonreír porque esa gracia no venía en la bolsa de ADN que me dieron al llegar y encima no puede adquirirse de ningún otro modo después…
15 JULIO 2016
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