29 JULIO 2016

© 2016 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2016
Localizacion
Toledo (España)
Fecha de diario
2016-07-29
Referencia
1512

EL CUENTECITO DEL SIETE DE JULIO. …En la casa no teníamos agua, ni pozo cercano, había que llevarla con cubos desde una especie de depósito a poco menos de un kilómetro. Mis abuelos no contaban con animal de carga para el fatigoso acarreo. No recuerdo si teníamos electricidad. A la casa, desde el Palacio-Monasterio, se llegaba por una intrincada vereda en empinada cuesta que yo bajaba y subía todos los días, mañana y tarde, para ir a la escuela. No, en este cuentecito, no voy a hablar de  mi vida en la escuela, sencillamente porque no recuerdo nada en especial, salvo que no aprendía gran cosa y sí cuanto me gustaba jugar y relacionarme con otros críos (venía de estar solo en otro cerro) y de cuanto me gustaron las niñas cuando las sentí cerca (en eso fui precoz). No recordaba bien las dimensiones de la casa pero, al verla ahora, me impresionó desoladoramente comprobar que era un minúsculo cuchitril. La puerta de entrada nos situaba en un pequeño habitáculo donde había una chimenea donde mi abuela cocinaba el puchero (cocido para comer y patatas aguadas con pimentón para la cena). No era solo eso lo malo, sino que el espacio total, viendo ahora la ruina, no medía más de unos veinte metros cuadrados en dos habitaciones. Un tabique con puerta dividía lo que era la cocina, donde comíamos y nos sentábamos frente al fuego  antes de acostarnos en invierno (en verano nos sentábamos en la puerta, en la calle), del dormitorio de mis abuelos y mío. Ellos dormían en una vieja cama de matrimonio y yo en una pequeña y estrecha (cama turca plegable, así se llamaban). Por la ruina que veo ahora, en ese habitáculo no cabía nada más. Contiguo había otro minúsculo cuartucho, un escalón por debajo del nivel del dormitorio, de techo muy bajo y donde solo cabía una cama que era la de mi tío Eladio, que sólo usaba cuando iba a ver a sus padres,  y donde yo me refugiaba a leer tebeos de El Capitán Trueno y El Jabato, que tanto me gustaban y que coleccionaba él…    

Pepe Fuentes ·