13 NOVIEMBRE 2016

© 2012 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2012
Localizacion
Washington (EE.UU.)
Soporte de imagen
-35 MM- ILFORD DELTA 3200
Fecha de diario
2016-11-13
Referencia
5963

LA VIDA INMEDIATA XIII. Miércoles, nueve de noviembre. Ayer estuve muy resfriado y no me acordé de escribir nada. Hoy estoy peor y tampoco me apetece escribir nada, pero ha sucedido lo que me temía: Donald Trump ha ganado las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Hace unos meses, cuando el tal Trump apareció en escena, le pregunté a Gabriel quién era el individuo, a lo que me contestó: –el machote del patio del colegio-. Entonces pensé, –ganará, sin duda-. Todo este tiempo, incluso hace unos días, cuando las encuestas le daban como casi seguro perdedor, yo he mantenido que no, que ganaría, lo que me animó a apostar con Naty, a la que parecía imposible que eso sucediera, que Trump sería el próximo presidente de Estados Unidos. Por qué pensé en ese aciago resultado, pues muy sencillo, porque nunca una sociedad pierde la oportunidad de equivocarse cuando aparecen radicales e iluminados que les señalan el camino sin ninguna sombra de duda. Cuando en un país aparece esa desgracia, esa sociedad les sigue y todos se precipitan al vacío, al absurdo. Ese puede ser el caso de Estados Unidos ahora, como lo fue el de la Alemania de Hitler, como lo fue y es en la Venezuela de Maduro y antes de Chavez, o en la China de Mao, o en la Grecia de Tsipras, como lo ha sido en el Reino Unido con el brexit…y más, muchísimos más a lo largo de la historia moderna… o como lo será en Francia con Le Pen, y no tardando mucho aquí, con Pablo Iglesias y los Podemitas (otros iluminados, que creen que asaltarán el cielo con sus estúpidas «verdades») que antes o después nos caerán encima y con ellos la desgracia. Siempre ha sido así y así seguirá siendo. La nefasta e inevitable tendencia de las masas manipulables a seguir a radicales, a enloquecidos que creen haber encontrado la solución para todo, es decir para nada porque nada tiene solución, conllevan estos dramáticos tropiezos. Su poder estriba en que suelen ser gentes con grandes dotes persuasivas y muchísimo carisma, que emanan una perniciosa e infecciosa sustancia erótica que excita y enloquece a las masas. Pero no conviene equivocarse, estos personajes son posibles porque hay enormes sectores de población dispuestos a seguirles ciegamente. Es muy llamativo que estas circunstancias se den en sociedades desarrolladas porque la única y razonable alternativa para estas es el conservadurismo, sencillamente porque han conseguido mucho, luego tienen mucho que conservar. Pero el aburrimiento, el hastío y la frustración hace que amplios sectores de la población estén dispuestos a enrolarse en aventuras dudosas aunque puedan menoscabar o poner en riesgo el más preciado tesoro que poseen: la libertad, individual y colectiva (no tienen ni las más remota idea de lo que es vivir en dictadura). Porque la historia ya nos ha demostrado sobradamente que todas las revoluciones, del signo que sean, terminan en un baño de sangre y sin haber ni siquiera atisbado solución alguna para sus problemas, para ninguno de sus problemas. Las democracias occidentales, universales y representativas, tienen contradicciones y peligrosas sombras, pero aún así es un sistema insuperable por el momento, y mejor será que así sea por mucho tiempo. Últimamente, la supuesta democracia directa está enseñando la patita y eso sería una de las peores cosas que podría sucedernos. El sistema al que hemos llegado  es el mejor posible para organizarnos en sociedad y, por si fuera poco, tiene un amplio margen de perfeccionamiento, luego en la experiencia del vivir político no hay peligro de aburrimiento. Espero y deseo, a pesar del tal Trump,  que le vaya muy bien a ese gran país y que Abraham Lincoln no tenga que removerse en su tumba. Al menos, a lo largo del tiempo han tenido la inteligencia de dotarse de mecanismos de control sobre perturbados. En eso sacan una sideral ventaja al resto del mundo. En cuanto a las consecuencias de lo ocurrido para nosotros, para nuestra familia, no estoy en condiciones de saberlo; lo que sí espero es que no tengamos que lamentarlo porque se apellidan Fuentes y, a partir de ahora, puede ser un nombre potencialmente sospechoso.

Pepe Fuentes ·