UN CUENTECITO DE CALENDARIO II: otro año empieza hoy, pero tampoco tengo nada interesante que decir. Este año no tengo nueva web que hacer y tampoco pintaré mi casa (no lo haré nunca más), luego, ese transcendente e intranscendente hecho de vivir, se me va a poner cuestita arriba. Una posibilidad: puede que Naty y yo nos casemos, pero eso solo es puñetera y molestísima burocracia. Lo nuestro se juega en otro campo muy distinto a la conveniencia administrativa o legal, que no sé muy bien en qué consiste eso de tener papeles. En cuanto a la eterna aspiración del arte, verlo e incluso aspirar a hacerlo, pues no sé… sí, tal vez sí, porque a estas alturas ya es inevitable que me interesen esas cosas, pero cada vez más débilmente, más cansado e indiferente. En lo de hacer (fotografía y escritura) me repito, y eso me aburre y me instala en la ominosa neurastenia, de la que cada vez me resulta más fácil entrar y difícil salir. No obstante, son las únicas actividades que me tranquilizan y hacen que mi altísimo nivel de ansiedad habitual se reduzca “exponencialmente” (otra vez la dichosa palabra). Pero, o invento nuevos cuentecitos, o todo eso de la “creación” se va a ir a hacer puñetas. La sociedad, la política y la gente en general solo me aburren insoportablemente. También, según dicen, está lo de la amistad; algunos incluso llegan a decir que es de lo más importante que pueda existir y ocurrirle a alguien en la vida, pero me parece una gran mentira, o en todo caso es cosa de jóvenes, porque con la vejez los amigos se desenfocan hasta convertirse en manchas borrosas del color del pasado, o tal vez del olvido. Desaparecen. Todos estamos muy cansados y el tiempo apremia. Para la diversión o la risa, o incluso el sexo, tan esencial (ya lo dijo Charles Bukowski: “La relación sexual es darle patadas en el culo a la muerte mientras cantas”), se necesita a otros y eso es demasiado costoso y ya infrecuente para mí, luego hay que pensar en otras cosas... Me parece que, en cuanto a gozos, solo me quedan los que pueda pagar (buen whisky, gastronomía, lejanos viajes y cosas así) pero, como soy pensionista, puedo ir olvidándome de esas ilusiones. Proyectos, en estos momentos, ninguno. Ya nadie va a necesitar lo que yo pueda hacer (nunca nadie ha necesitado nada mío) y a mí tampoco me interesa ofrecer nada a nadie. Solo me consuela el que por ahora no me duele nada (salvo una molestísima fascitis plantar que me atormenta últimamente) y la segura opción de seguir disfrutando de libros, cine, radio, teatro y música y hasta arte y todo, por ese orden. Sin esos íntimos gustos, a los que añadiría escribir y fotografiar, aunque sea cada vez con menos ganas, no podría eludir la poderosa atracción o el vértigo de dar el salto final a la nada. Fin del cuentecito del calendario.
1 ENERO 2018
© 2017 pepe fuentes