31 MARZO 2018

© 2016 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2016
Localizacion
Miguel y Sonia, (Toledo (España)
Fecha de diario
2018-03-31
Referencia
6614

DIGRESIÓN NUEVE. Consentimiento. Autora: Nina Raine. Directora: Magüi Mira. Intérpretes: David Lorente, Nieve de Medina, María Morales, Jesús Noguero, Candela Peña, Pere Ponce, Clara Sanchis. Teatro Valle-Inclán (24 de marzo). Fuimos porque la sinopsis nos resultó sugestiva, ya que situaba los hechos en la delgada línea de lo moralmente admisible, o lo contrario. El fiel de la balanza, la autora, lo fiaba a las palabras y no solo a los hechos. Las palabras son peligrosas de por sí, casi más que los hechos y, en esta obra, fueron esenciales, claras e incendiarias, y no porque fueran especialmente suntuosas, sino porque ardían y los protagonistas consiguieron que sonaran a verdad y desgarro. Aparentemente podría parecer que solo era una historia de amoríos, infidelidades, vacíos e incomunicación entre parejas (lo de siempre), pero no, la intención iba más allá porque ponía el dedo en la llaga de la insondable insatisfacción vital y en la imposibilidad de conjugar fidelidad y deseos. La obra se promociona, especialmente, con el tratamiento y búsqueda de la verdad entre la violación (violencia) y el consentimiento (pasividad), que quizá solo sea parálisis por pánico. También sobre si romper el acuerdo, generalmente implícito, de fidelidad sexual, es un modo de violencia hacia el otro. La teatralización aporta un matiz más a la dialéctica femenino-masculina, que a mí no me chirrió en absoluto: hombres temblorosos y lloriqueantes y mujeres poderosas y decididas (atención al mensaje subliminal, tan omnipresente en estos tiempos). En cuanto a la representación, fue brillante, no solo porque el escenario amplio y longitudinal del Valle-Inclán permite ver la obra a pie de escena (estábamos en primera fila), sino también por la gran movilidad de los actores, próxima al lenguaje performativo. Muy acertada y esplendente la escenografía, montada en torno a unos cubos modulables que permitían una continua improvisación de interiores. La transición de escenas y situaciones las pautaban los actores en breves coreografías, quizá un tanto forzadas, aunque bien ejecutadas. La dirección de Magüi Mira es vigorosa: mantiene un ritmo que no decae en ningún momento y, sobre todo en la segunda parte, alcanza un crescendo que los actores sostienen con textura y credibilidad. El único aspecto un tanto descuidado fue el vestuario, que era decididamente feísta y mejorable. Los actores estuvieron todos soberbios, especialmente Nieve de Medina y Candela Peña, aunque en esa valoración quizá también influya la anécdota que sucedió media hora después de acabada la obra. Entramos a cenar algo en un bar de enfrente, hacia la mitad de la cena llegaron todos los actores y se situaron en la barra, no muy lejos de nosotros. Cuando salíamos, teníamos que pasar cerca de ellos y, al llegar a su altura, Candela nos paró diciéndonos -no podréis negar que habéis visto la obra, porque erais los más atractivos de la sala-. Claro, vanidosos como somos, tanto Naty como yo, en el acto, nos pusimos en modo levitantes. Charlamos un rato con ellos, especialmente con Candela y Pere Ponce, se mostraron amigables y sonrientes; nosotros también, naturalmente. Hablamos un poquito de teatro y de cine, unos minutos, y después nos fuimos porque tampoco quisimos imponer nuestra presencia a perfectos desconocidos. Todo estuvo bien esa noche, tanto la obra como la anécdota.

Pepe Fuentes ·