3 ABRIL 2018

DIGRESIÓN DOS: The Square. Suecia (2017). Guión y dirección: Rubén Östlund. Intérpretes: Claes Bang, Elisabeth Moss, Dominic West, Terry Notary, Christopher Laesso. (Palma de oro en Cannes). Vi con sumo placer esta película. Contiene muchos de los ingredientes que me agradan en cine, aunque el guión avance a trompicones. La historia está situada en el centro mismo del arte actual y, por añadidura, ayuda a desentrañar los arcanos del arte nuevo, tan carente de magia y sobrado de conceptos. El protagonista es el director de un museo de arte contemporáneo quien, ante una pregunta que le hace una periodista sobre qué se puede considerar arte de vanguardia o no, contesta con lucidez: -arte contemporáneo es lo que se exhibe en un museo de arte contemporáneo; su bolso por ejemplo, si lo exhibimos en el museo, será arte-. Claro, es el único referente cierto; o por añadidura, y sobre todo, que el artista diga que lo es (véase últimamente a Santiago Sierra, ese perfecto imbécil). Punto. La trama se desarrolla en torno a ese museo y su proyecto estrella, The Square, que tiene que ver con la solidaridad y la aceptación o no de los otros, en un país rico y desarrollado. Historia interesante con suficiente sentido del humor y brillantes secuencias que la convierten en un gozo cultural y en un placer cinematográfico. El momento cumbre y soberbio de la película es una performance representada por un hombre que escenifica actitudes simiescas y provocadoras, vestido con un taparrabos: en una cena de gala con donantes del museo consigue perturbarlos hasta lo insoportable y la desesperada violencia. La brillante escenificación me recordó a Buñuel, como referente más que posible en el mundo que propone Östlund.