EN ESTOS DÍAS, en los que me encuentro desfondado sin saber exactamente por qué, no aparece nada que pueda escribir que me entretenga y, lo que es peor, tampoco nada qué hacer que me motive lo suficiente para moverme de un lado para otro y aguantar el día de pie, como si importara algo estarlo. Fotográficamente no sé cómo continuar la historia, la mía, –demasiada confusión a lo largo de muchísimo tiempo-. Sí, ya sé, está el arreglo de cuentas con el pasado, pero tampoco sé si esos juegos onanistas me sirven de algo. De cualquier modo, en estos últimos días es lo que más me ocupa y preocupa, dado que existe la previsión de que mi paisaje infantil cambie drásticamente su geografía, hasta el punto de que será completamente irreconocible. Es una perspectiva que me tiene muy confundido, nervioso y hasta aquejado de momentos de ansiedad. Quiero hacer algo, desesperadamente, para despedirme y poder estar en paz con ese paisaje para siempre, si no, me temo, tendré pesadillas nocturnas y lloraré inconsolablemente por mucho tiempo.
16 ABRIL 2018
© 2011 pepe fuentes