LA MEMORIA AZUL: hoy, mi madre, tendría que haber cumplido ochenta y nueve años, pero hace veinticuatro que murió. Una desoladora e inconsolable pérdida. En esta fotografía, el día de su boda con mi padre (16.11.1952): un día poco afortunado para ella porque se casó con un hombre que no la mereció y, por si fuera poco, el infortunio tuvo como consecuencia traerme a mí al mundo, que tampoco fue una buena idea. Ella fue la personificación de la generosidad, de la ayuda incondicional a todas las personas que la rodearon en su vida. Todas las mujeres de mi vida me han ayudado todo el tiempo pero, mi madre, lo hizo incansablemente durante cuarenta y un años. Hasta el final de sus días. Nunca correspondí, ni lejanamente, a lo que hizo por mí. Sin ella, sin su ayuda, no habría llegado hasta aquí en las aceptables condiciones en las que ahora me encuentro. Todo habría sido infinitamente peor. Al parecer, me parezco físicamente más a ella que a mi padre pero no así en sus inagotables habilidades, en su inteligencia, intuición, generosidad, grandeza e innata simpatía. Habría sido maravilloso haberla tenido entre nosotros todos estos años de irreparable ausencia.
6 MAYO 2018
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